El Lamas un sueño hecho tablas

Crónica
El Lamas un sueño hecho tablas

No era la primera vez que estaba en el Teatro Lamas, ni tampoco era la primera vez que me sentaba en una butaca, pero si era la primera vez que sentía el Lamas tan mío, tan de mis raíces y tan de mis inicios. Fue allí la primera vez que hice un casting como “actriz” y lo pongo entre comillas porque a mitad del show se me olvidó todo, me sentí como una gorda si su hamburguesa (desesperada) pero con un simple “Zaz” se me arregló la vida y me aceptaron. Hice los ensayos allí, todos los fines de semanas dedicados únicamente a eso, aunque a veces me daba flojera levantarme un domingo temprano.

Pero había algo que inquietaba y es que desde hacía mucho tiempo nadie más se había presentado allí, porque era una estructura muy vieja y en cualquier momento el techo podría desplomarse. Entonces, las ganas de presentarse allí se desvanecían poco a poco. Pero finalmente después de un año de arreglos, reinauguraron la sala de conciertos que estuvo más treintas años cerrada al público, y que mejor que presentando una obra denominada “El malo” del grupo de teatro Fénix al cual pertenezco. Si, por fin uno de mis sueños se hacía realidad, presentarme en él, en el sitio que me vio crecer cada día como actriz, en el cual llore, reí y hasta me cantaron cumpleaños.

El día del estreno llegué muy temprano y al entrar al teatro después de casi dos años en construcción simplemente no podía creer lo maravilloso que habían dejado el espacio, una mezcla de emociones increíbles. Butacas nuevas, techo, paredes, y hasta un segundo piso habilitaron. Fue inevitable que las lágrimas cayeran y se apoderaran del momento. Luego fui a inspeccionar cada espacio que había, todo era nuevo para mí. Baños y hasta camerinos excesivamente modernos, que anteriormente no teníamos.

Cuando llegó el momento de dar sala las personas entraban con mucha impaciencia y emoción buscando un mejor lugar para poder ver bien todo el espectáculo, los nervios atacaban poco a poco pero, finalmente empezó la obra. Por momentos se me olvidaba lo que tenía que decir pero trataba de concentrarme para que todo saliera bien. Las butacas estaban llenas y las escaleras que daban a ellas también, ya no había lugares disponibles. A sala llena estuvo la presentación, los nervios rondaban, las luces encandilaban y el calor abrumaba, pero entre risas, aplausos y un sin fin de personas levantándose para celebrar las actuaciones no tuvo precio. 

Me sentí como en casa, la felicidad y la satisfacción era el mejor sentimiento, y es que esa es la forma más notable de decirle a alguien “Buen trabajo lo hiciste excelente”. Valió la pena largas horas de ensayo, horas sin dormir estudiando el texto, largos fines de semana sin descansar y valió la pena esperar por el teatro Lamas. Porque es allí donde sucede la magia, donde sin querer y sin planearlo me atrajo nuevamente hasta él para demostrarme y demostrarle a mucha gente que el talento es el don más preciado que puede tener una persona y que sé puede llegar muy lejos si solo se lucha por lo que se quiere. Simplemente ¡Gracias! Y espero volver pronto.

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